Mujeres Emprendedoras: Malabaristas de su Propia Flexibilidad

por Vanesa Vidal [*]


Hombres y mujeres inician sus propios negocios buscando mayor independencia y obtener ganancias económicas. No obstante, las mujeres persiguen además otros objetivos guiadas por sus propias definiciones de "éxito". El emprendedorismo es visto por ellas como una forma de balancear vida familiar y trabajo, de obtener la suficiente flexibilidad para atender su desarrollo profesional sin descuidar la atención de sus familias. No obstante, el trabajo independiente, que sin dudas les va a brindar libertad, les va a ofrecer también convertirse en “malabaristas de su propia flexibilidad”.



Algunas investigaciones recientes postulan que las expectativas de las mujeres en relación a la vida independiente no siempre se cumplen, o al menos, demuestran que la tarea emprendedora de la mujer imprime desafíos importantes que es preciso atender.
La vida emprendedora impone trabajar de manera continua, sin horarios ni fronteras entre lo doméstico y lo laboral. Para aprovechar la flexibilidad que ofrece el trabajo independiente, es habitual que las mujeres emprendedoras no tengan un tiempo y lugar fijos asignados al desempeño de su trabajo. Están siempre disponibles y dispuestas a resolver todo tipo de cuestiones laborales y domésticas, desde el teléfono o la computadora, en los momentos que habilita un semáforo en rojo, la cola del supermercado o el espacio entre reunión y reunión. De este modo se encuentran "todo el tiempo haciendo de todo" alternando trabajo productivo y reproductivo. En esta especie de "jornada laboral permanente" las altas horas de la noche y los fines de semana se convierten en un refugio en el que las mujeres pueden avanzar con su “trabajo productivo” cuando “la casa duerme”. Por otro lado, la falta de un ingreso asegurado, característica inherente al ser emprendedor, potencia el “no poder quedarse quietas”. Y entonces, el trabajo emprendedor también puede convertirse en fuente de conflicto con la vida familiar. Los reclamos de maridos, hijos y padres no se hacen esperar. Muchas mujeres emprendedoras llegan así al lugar del que querían huir.
Entonces, es preciso analizar que factores minan el indudable encanto de la vida independiente. ¿Por qué, a pesar de la ansiada flexibilidad, las mujeres emprendedoras no siempre pueden conciliar armónicamente sus mundos públicos y privados?.
Quizás una clave para entender esta cuestión resida en el hecho de que las tareas domésticas y de crianza siguen recayendo en las espaldas de las mujeres. La “feminización” del mercado de trabajo ocurrida en las últimas décadas no fue acompañada por una "masculinización” de las tareas domésticas. La mujer salió a trabajar pero no dejó de ser la principal responsable de las tareas asociadas a lo doméstico y a la crianza de los hijos.
De esta manera, pareciera que la solución al conflicto "vida-trabajo" no está “exclusivamente” asociada a la búsqueda de formas organizativas de trabajo más flexibles sino también a la redistribución del trabajo reproductivo entre hombres y mujeres.
El emprendedorismo, sin embargo,  sigue siendo una valiosa alternativa  para las mujeres que busquen flexibilidad, manejo de sus propios tiempos e independencia. Pero para no morir en el intento, ellas deberán ingeniárselas para compartir el trabajo reproductivo, y para ello tendrán que librar dos batallas. Por un lado, es preciso  “hacer visible” ese trabajo reproductivo y sus altos costos en términos de horas y energía. Por otro lado, es clave encontrar la forma de compartirlo partiendo de la base que la "natural" asociación entre la mujer y lo doméstico no tiene nada de natural.



[*] Investigadora sobre cuestiones de género y emprendedorismo. Se desempeña como Consultora organizacional y coach. Tiene estudios de posgrado en Estrategia y Estudios Organizacionales así como estudios de grado en Ciencias Económicas. Se ha desempeñado como consultora y auditora en Estudios Internacionales de primer nivel.



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