¿Cómo lograr Cambios Organizacionales que se sostengan en el Tiempo?

por Diana García Dilba [*]

El Aprendizaje se produce cuando la persona está en condiciones de transformar algo o de hacerlo de otra forma. Para la sociedad actual esto se traduce en “eficiencia” (capacidad de lograr los objetivos con los menores recursos) y también en éxito.
La sociedad actual está volcada a la información. Estamos “inundados” de información. Nunca hemos tenido tanta información como hoy en día. Contamos con los últimos recursos para acceder a ella.
El punto es que hemos confundido “información” con “saber”.
El saber tiene que ver con la capacidad de acción, de realizar acciones efectivas de acuerdo a ciertos estándares.
Definimos el saber como el arte de hacer y la sabiduría como el arte de vivir.
Si juntamos información, lo que obtenemos es solamente información.
Pero si no incorporamos esa información, si no la transformamos, si no la aplicamos a nuestro día a día, el “Saber” no se produce.

Entonces, ¿cómo pasar de la información al saber?


Las capacitaciones tradicionales apuntan a un dominio del ser humano: el lenguaje, pero muchas veces olvidan los otros dos que nos constituyen: el cuerpo y la emoción.
Y vivimos en una coherencia entre esos tres dominios: siempre nos encontramos en una determinada emoción o estado de ánimo, en una determinada postura corporal e inmersos en un determinado mundo conversacional.
Lo que acontece en un dominio afecta a los otros dos. Por ejemplo, cuando recibimos una buena noticia en el trabajo, inmediatamente se suma  a ella una reacción emocional y un cambio en la dinámica corporal.
No sacamos mucho intentando variar la coherencia en un dominio (generalmente el lenguaje) si no somos capaces de alterar las viejas coherencias que permanecen intactas en los otros dominios y que provocan que una y otra vez las personas y organizaciones vuelvan a su antigua forma de estar en el mundo.
Las emociones nos constituyen, no podemos apartarnos de ellas, estamos inmersos en el mundo emocional. Y las emociones juegan un papel absolutamente importante en la transformación organizacional: el “me importa” de un empleado, es un hecho emocional…
Para comprender la importancia y el poder que tienen las emociones y estados de ánimo en la vida organizacional, observémoslos como “predisposiciones para la acción”.
E-moción: en movimiento. Las emociones mueven a la acción, y no al revés. Si la depresión, la resignación, la falta de efectividad fuesen meros fenómenos de la racionalidad, hace ya tiempo que los habríamos  superado con la mera declaración del deseo de cambio.
Trabajando sistemáticamente desde la coherencia cuerpo-emoción-lenguaje logramos resultados perdurables en el tiempo que nos ayudan a mejorar nuestra calidad de vida en las organizaciones que habitamos.
Hay otro gran motivo del por qué no se suelen lograr cambios organizacionales profundos que se sostengan en el tiempo.  Y creo que tienen que ver con una crisis de sentido en el mundo “empresa”.

Observemos la siguiente trilogía:
  1. Diseño /ejecución de la acción
  2. Predisposición a la acción
  3. Sentido de la acción

Estamos muy ocupados en el diseño de nuestro accionar, planificamos, hacemos estrategias, elaboramos objetivos a corto, mediano y largo plazo...
Somos muy efectivos en esta tarea.
También  vivimos ejecutando acciones: escribimos reportes, atendemos clientes, mantenemos reuniones, compramos, vendemos, etc.
La mayor parte del día a día se nos va en esta primera dimensión de la trilogía planteada: el diseño y ejecución de la acción.
En esto parece que consiste la labor de los empleados de una empresa.
Pero cuando deseamos modificar patrones de comportamiento (o estados de ánimo) arraigados en nuestros empleados, ya se trate de ausencia de motivación, resentimiento, resignación, falta de trabajo en equipo, etc. debemos echar una mirada a las otras 2 dimensiones de la trilogía:
  • Predisposición a la acción: ¿A qué acción estará predispuesto un empleado cuya emocionalidad está basada en el resentimiento? Seguramente no apunte a la de trabajar en equipo, mejorando sus resultados día a día...

Cada emoción que habitamos nos predispone a ciertas acciones, y no nos predispone a otras.
Sólo interviniendo en el mundo emocional de los empleados podemos detectar estas emociones, para luego transformarlas en otras que los predispongan a un accionar más efectivo y más satisfactorio, de cara a la empresa y también hacia ellos mismos.
  • Sentido de la acción: la crisis de sentido habita en el mundo empresarial. Cuando hablamos de “sentido” hacemos referencia al significado de la acción, al “para qué” de nuestro accionar.

La Visión de una empresa debe involucrar a sus empleados, convirtiéndolos en  los hacedores y protagonistas, para que puedan también vislumbrar en ella su propia visión personal.


[*] Directora General de IMO Consultores.


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